En los tholos, se acompañaban a los difuntos de ajuares, esto eran sus pertenencias más cercanas, normalmente joyas, objetos de metal y cerámica que fueron importantes para ellos.
El cuenco se encontró en la necrópolis del poblado de Los Millares durante las excavaciones realizadas a finales del siglo XIX.
El cuenco formaba parte del ajuar funerario de una de las tumbas. Dicho ajuar constaba de: un hacha de cobre, varias cuentas de nácar, un cuchillo de sílex, un raspador, un hueso de animal, 36 recipientes cerámicos, un cuenco con decoración exterior de “oculados” y cérvidos y otro vaso esférico con una decoración incisa en su interior compuesta de dos círculos radiados irregulares a modo de soles y diversas líneas. Además, se hallaron restos humanos de 30 cadáveres. Parte de los objetos seguramente fueron usados en actividades cotidianas, tal sería el caso del cuchillo, el raspador, y algunos cuencos de cerámica común; otros elementos formaron parte de su adorno personal: como son las cuentas de collar, y otros, posiblemente como nuestro cuenco, fueran usados en rituales o pertenecería a la decoración del hogar de alguna persona de clase alta, dada su “inusual” decoración.
Su decoración se compone de dos motivos “oculados”; cada motivo consta de dos pupilas, con un punto en su interior, con sus respectivos iris unidos y sus cejas, también unidas. En la parte trasera aparecen tres figuras zoomorfas, probablemente cérvidos muy esquemáticos: el macho aparece con una gran cornamenta al lado de dos hembras.