Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos y el primer viaje de Colón a las Américas, en 1492, la vida en Europa cambió notablemente. El comercio comenzó a protagonizar el plano económico, y el arte retomó el gusto por lo clásico (Renacimiento). En la provincia de Almería podemos destacar uno de los mejores ejemplos de este nuevo arte renacentista y del gusto por lo moderno en el Castillo de Vélez Blanco, que fue construido por mandato de Pedro Fajardo y Chacón (marqués de los Vélez). Fue erigido sobre una antigua alcazaba musulmana, y, aunque posee dos recintos, uno militar y otro palaciego, su principal función fue la de residencia del marqués. Tras visitar el Castillo de la Calahorra (Granada), el marqués trocó su gusto por el gótico del castillo original por el gusto renacentista que se aprecia en su patio, obra maestra del primer Renacimiento español. Durante los siglos XVIII y XIX el castillo sufrió un abandono progresivo y fue expoliado. Esto despertó el interés por sus elementos a principios del S. XX, y el propietario decidió vender el patio del castillo y sus frisos a un anticuario francés, que, junto a otros elementos vendidos con posterioridad, acabaron en el Museo Metropolitano de Nueva York y en el Museo de Artes Decorativas de París, respectivamente.